LA SEXUALIDAD EN LA JUVENTUD Y LA MADUREZ


La juventud es la etapa posterior a la adolescencia que, según la Organización Mundial de la Salud, comprende el rango de edad entre los 20 y los 25 años. Después de los 25 años, se inicia la madurez, que dura hasta los 65 años, edad en la que empieza la vejez.

Tanto la juventud como la madurez son etapas en las que, si la persona ha alcanzado un buen nivel de maduración psicosexual y tiene los conocimientos y habilidades precisos, la sexualidad se manifiesta en toda su plenitud.

En estas etapas, la vida sexual es un elemento más del estilo de vida, en constante evolución, marcada por las siguientes circunstancias vitales:

  • Tener o no tener pareja sexual.
  • Vivir una situación de pareja estable.
  • La maternidad y la paternidad.
  • La menopausia y la andropausia.

Tener o no tener pareja sexual

Las buenas relaciones sexuales provocan la liberación de hormonas que producen un estado del bienestar (dopamina, oxitocina y serotonina), que alegra la vida y ayuda a mantener un buen nivel de autoestima.

Generalmente se ha considerado que tener una pareja estable1 es la situación idónea para una buena relación sexual, pero ello no es condición indispensable. Lo importante no es tener pareja, sea o no estable, sino:

  • Darse permiso para disfrutar del placer, compartiéndolo o no.
  • Elegir bien con quién se quiere tener una relación sexual.
  • Utilizar la asertividad sexual para evitar relaciones sexuales o prácticas sexuales no deseadas.
  • Utilizar correctamente los métodos anticonceptivos y de prevención de infecciones de transmisión sexual.

La opción de elegir prácticas de autoerotismo puede ser útil cuando no se tiene pareja estable, cuando tampoco se tiene una pareja sexual ocasional o sencillamente cuando se quiere disfrutar de la propia sexualidad en un momento dado.

Elegir bien con quien se desea tener una relación sexual también es muy importante

En una relación sexual se implica toda nuestra persona y es una relación de intimidad que supone respeto hacia la propia persona y hacia la otra . Cuando se comparte una relación sexual están implicados:

  • El cuerpo.
  • Los pensamientos.
  • Los sentimientos y las sensaciones.
  • La forma como hemos aprendido a comunicarnos.
  • Nuestra salud.

Por eso es importante escoger bien a la persona con la que queremos compartir una relación sexual, porque es imprescindible que esta se comporte de forma respetuosa, nos haga sentir bien y no ponga en peligro nuestra salud.

La asertividad sexual es imprescindible

Saber comunicar lo que nos gusta y lo que no, lo que queremos hacer y lo que no, y poner límites o dejar de tener una relación sexual cuando no nos sentimos a gusto, es imprescindible. Esto es la asertividad sexual, que nos ayuda a evitar relaciones sexuales o prácticas sexuales no deseadas y situaciones de frustración y alejamiento, así como situaciones de abuso y violencia.

Vivir una situación de pareja estable

La relación de pareja implica compartir tiempo y energía, así como la necesidad de adaptarse a las nuevas situaciones que la relación comporta:

  • Organizar el tiempo de forma que cada persona pueda dedicar la atención necesaria a la pareja y disfrutar de un espacio propio (actividades lúdicas, de estudio, trabajo y relaciones familiares y con amistades...).
  • Escoger el momento idóneo para iniciar la convivencia y decidir el tipo de convivencia que consideren mejor en su circunstancia (el mismo hogar o no...).
  • Decidir sobre la forma de organizar la economía y las aportaciones económicas de cada miembro de la pareja.
  • Considerar la forma cómo se establecerá la relación con las familias de origen (festividades, rituales, visitas...).
  • Escoger, en caso de que se desee tener hijos, el mejor momento para la maternidad y la paternidad y elegir el método anticonceptivo más adecuado en cada situación.
  • Afrontar adecuadamente los problemas con las hijas y los hijos.
  • Evitar caer en la rutina, para no debilitar la relación.

Las situaciones de tensión por falta de acuerdo (relación con las familias de origen, distribución de tareas domésticas y cuestiones económicas, entre otras...) pueden ocasionar falta de deseo e insatisfacción en las relaciones sexuales. Si estas situaciones no se resuelven bien y a tiempo, pueden poner en peligro la relación. No existen recetas mágicas que aseguren que una pareja pueda superar los obstáculos propios de este tipo de relación, pero sin duda, algunas sugerencias que pueden ayudar son:

  • Evitar la rutina.
  • Mantener una buena comunicación y complicidad.
  • Tolerar las diferencias.
  • Mantener espacios propios.
  • Evitar renuncias que puedan provocar resentimiento.
  • Compartir tiempo y responsabilidades.
  • Valorar a la pareja (sus cualidades, su profesión...).

En los vídeos de la Dra. Alejandra Menassa, se pueden encontrar consejos útiles para mantener una buena relación de pareja.

go.gifDiez consejos para mantener el amor en la pareja (1).

go.gifDiez consejos para mantener el amor en la pareja (2).


La maternidad y la paternidad

Adaptarse a las nuevas situaciones que suponen la maternidad y la paternidad es uno de los mayores retos a los que se enfrenta una persona respecto a su sexualidad. Estas situaciones que pueden perturbar la ilusión que supone esperar o tener un hijo son:

  • El embarazo.
  • El puerperio.
  • La crianza.

Durante el embarazo el cuerpo cambia y pueden surgir dudas sobre si se pueden tener o no relaciones sexuales y la forma de tenerlas. También es un momento en el que se empieza a asumir, de forma anticipada, el rol de madre y de padre.

Después del parto o de una cesárea, la mujer necesita un tiempo para recuperarse del esfuerzo físico y tanto la madre como el padre tienen que dedicar tiempo al cuidado del bebé. El deseo sexual puede disminuir a causa del estado físico de la madre y porque se priorizan los roles de padre y de madre.

La crianza de los niños supone la necesidad de realizar nuevas tareas y puede ocasionar disminución en la calidad y cantidad del tiempo de descanso y de sueño. Ello puede influir en el deseo sexual ya que supone una sobrecarga de tareas y desgaste físico. En esta situación hay que realizar una reorganización del tiempo y de las rutinas familiares, que requiere de una buena disposición para la comunicación y el entendimiento de las personas implicadas en la crianza.

La psicóloga Carme Sánchez ofrece consejos sobre la sexualidad durante el embarazo, el puerperio y la crianza compartida del bebé en los siguientes vídeos:

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go.gifEl futuro papá y el sexo.

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La menopausia y la andropausia

La menopausia es la situación que ocurre en la vida de las mujeres, entre los 45 y 55 años, aproximadamente, y se caracteriza por la disminución de producción de estrógenos y progesterona, por parte de los ovarios. Tiene como consecuencia el cese de la menstruación y de la ovulación. Se considera que la menopausia se ha producido de forma completa cuando ha pasado un año desde la última menstruación. El descenso hormonal puede producir sequedad vaginal, picor o dolor durante la penetración, así como los molestos sofocos.

La andropausia es la situación que se da en la vida de los hombres, aproximadamente a partir de los 50 años, por la disminución, lenta y progresiva, de la producción de testosterona. Esto puede dificultar la erección (conseguirla y mantenerla), ocasionar que la eyaculación se produzca con menos fuerza y disminuir la cantidad del semen.

El deseo sexual no tiene por qué disminuir en la menopausia y en la andropausia. Aunque se producen una serie de cambios físicos y de funcionamiento del cuerpo, comunes a la mayoría de los hombres y las mujeres, dichos cambios no influyen en el deseo sexual. Si el deseo disminuye, probablemente es debido a cómo la persona vive esta etapa de la vida. Eso depende de su personalidad y autoestima, de su entorno social y de los conocimientos que tiene sobre su cuerpo y la forma de cuidarlo.

(1 Entendida como una relación afectiva y sexual que implica compromiso vital entre dos personas y el reconocimiento social de este compromiso.)