El ser humano es frágil ante el sol y el calor. Por eso, cuando llegan estas fechas, tenemos que tomar precauciones para paliar los efectos, especialmente los niños, las personas mayores y las personas que trabajan al  aire libre. Sigue estas recomendaciones y disfruta de un verano con salud.
 

VERANO EN LOS ENTORNOS URBANOS
El sol es una fuente de salud para todos, pero en exceso puede provocar efectos negativos no tan sólo a corto plazo (quemaduras, golpe de calor, irritaciones, alergias...), sino también a largo plazo, (lesiones oculares, envejecimiento prematuro de la piel y cáncer de piel...).
Es por eso que cuando se producen altas temperaturas y un exceso de humedad ambiental, hay que poner en práctica una serie de recomendaciones que tienen por objetivo protegernos.
  • Beber líquidos en abundancia, aunque no se tenga sed, especialmente niños y personas mayores. Evitar las bebidas alcohólicas, con cafeína o con mucho de azúcar.
  • Comer más verduras y frutas. Evitar las comidas muy calientes o copiosas.
  • En casa, permanecer en las habitaciones más frescas.
  • Evitar la actividad física a las horas de mayor radiación.
  • Ducharse una o dos veces al día, o bien humedecer la piel con toallas húmedas.
  • Utilizar ropa de colores claros, ligera y de tejidos naturales (algodón  y lino).
  • Bajar el toldo y cerrar las persianas para evitar que el sol entre directamente. Evitar abrir las ventanas durante las horas de más calor.
  • Para las gestiones de calle (compras, visitas...) aprovechar, a ser posible, las primeras y las últimas horas del día.
DE VACACIONES
Las características meteorológicas de nuestra comunidad, con un índice elevado de días soleados al año, suponen un mayor riesgo en todas las actividades que se realizan al aire libre, por lo tanto la atención y el cuidado, aunque se tiene que tener a lo largo de todo el año, debe intensificarse en el periodo estival.
Para tomar el sol minimizando los riesgos sigue los consejos siguientes:
  • A las horas de máxima insolación (entre las 12.00 y las 16.00 horas) lo más recomendable es permanecer a la sombra.
  • Durante la exposición solar es muy recomendable utilizar sombrero y gafas de sol oscuras y homologadas que filtren radiaciones UVA y UVB. Las cremas protectoras se tienen que aplicar 20 minutos antes de la exposición, tienen que tener filtro solar para los rayos UVA y UVB, ser resistentes al agua y un factor de protección mínimo de 20, si bien lo más adecuado es utilizar una crema solar de acuerdo con nuestro tipo de piel. La crema se tiene que renovar y aplicar cada 2 horas.
  • Estar moreno no es una protección frente del sol. Es necesario utilizar siempre cremas fotoprotectoras, incluso bajo la sombrilla  o  en los días nublados.
  • Las cremas con un índice de protección elevado permiten el bronceado y evitan las quemaduras, pero no protegen del envejecimiento cutáneo ni del cáncer de piel.
  • Algunos medicamentos aumentan la sensibilidad al sol. Hay que consultar con el médico.
  • Cuidado con los días nublados, las radiaciones también afectan.
LOS NIÑOS Y EL SOL
En muchas ocasiones el sol  acompaña  a la mayoría de actividades que desarrollan los niños, y, si bien es una fuente de salud en exceso puede provocar efectos negativos. Los efectos nocivos de los rayos solares son acumulativos. Dado que la mayor exposición al sol se produce de los 0 a los 18 años de edad, es crucial que los padres tomen conciencia sobre los peligros del sol y actúen para proteger la salud futura de sus hijos desde el nacimiento. La iniciación temprana en conductas de cuidado y protección delante del solo puede disminuir el riesgo de un niño a desarrollar un cáncer de piel.
Para proteger eficazmente a los niños mientras disfrutan al aire libre, hay que tomar algunas precauciones:
  • Evitar las actividades al aire libre durante las horas de mayor radiación solar, entre las 12.00 y las 16.00 horas.
  • Enseñar a los niños la regla de la sombra: si su sombra es más corta que ellos mismos, los rayos solares están en la mayor fuerza y es más probable que se quemen.
  • Proteger a los niños con gorra y camiseta seca y opaca.
  • Utilizar gafas de sol oscuras homologadas que filtren las radiaciones UVA y UVB.
  • Utilizar una crema con filtro solar enfrente de los rayos UVA y UVB, con un factor de protección mínimo de 30.
  • Aplicar la crema protectora 20 minutos antes de la exposición, especialmente en la nariz, las mejillas, las orejas, los labios y otras zonas que no cubra la ropa.
LA ALIMENTACIÓN
Con la llegada del verano y el aumento de la temperatura ambiente son mayores las probabilidades que aparezcan las intoxicaciones y toxiinfecciones alimentarias, que se producen por la ingestión de alimentos que contienen microorganismos patógenos (bacterias, virus, hongos ...) o sustancias tóxicas, y se manifiestan principalmente mediante diarreas, vómitos, dolores y fiebre.
Un aspecto muy importante a tener en cuenta es que la mayor parte de los microorganismos patógenos no alteran el olor, el color, el sabor o la consistencia de los alimentos, por lo cual es fundamental seguir una serie de medidas higiénicas tanto en la compra, como en la manipulación.
 
Al hacer la compra.
  • Comprar los alimentos los más frescos posibles, poniendo especial atención en el etiquetado: fecha de caducidad o de consumo preferente y condiciones de conservación.
  • Una vez hecha la compra, guardar rápidamente los alimentos en el frigorífico.
  • Guardar los huevos siempre en el frigorífico y nunca utilizar los que tengan el caparazón roto.
En la cocina
  • Lavarse las manos antes y después de manipular alimentos.
  • Las frutas y verduras que se consumen crudas se tienen que lavar en agua y  unas gotas de lejía sin detergente y aclarar bundantemente.
  • No utilizar huevo crudo para confeccionar alimentos o salsas si posteriormente no tienen que sufrir una intensa cocción (atención con las salsas, tortillas poco hechas, helados ...).
  • Inmediatamente después de enfriarse, guardar los alimentos cocinados en recipientes provistos de tapa y en la parte más fría de la nevera.
  • No volver a congelar alimentos que se hayan descongelado.
  • Recalentar a temperaturas elevadas los alimentos cocinados.
  • Limpiar adecuadamente los utensilios utilizados para manipular alimentos y cambiar con frecuencia los trapos de cocina.