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24/10/2017
Intervención de la presidenta en el debate sobre la orientación de política general del Govern
Intervención de la presidenta en el debate sobre la orientación de política general del Govern
Presidente, diputados, diputadas,
 
Comparezco ante Ustedes, representantes de los ciudadanos de las Illes Balears, en este debate sobre la orientación política general del Govern, no sólo con el ánimo de dar cuenta de la tarea llevada a término por el ejecutivo que presido o de hacer un balance sobre la situación de nuestra comunidad, sino, sobre todo, con el objetivo de mirar hacia adelante. Y de hacerlo juntos.
 
Lo hago con una voluntad clara de exponer un proyecto de país compartido, de escuchar las propuestas y críticas que lleguen de todos los grupos y de definir juntos los pasos que tenemos que seguir dando para mejorar el bienestar de nuestros ciudadanos.
 
Porque eso, hacer de esta tierra una tierra mejor para vivir es el eje que nos guía desde hace más de dos años. Este es nuestro proyecto. Un proyecto para favorecer una mejor convivencia, para hacer progresar a nuestra sociedad, para hacer de nuestras cuatro islas un territorio más habitable, más humano; un proyecto para incrementar la calidad de vida de nuestros ciudadanos; un proyecto que nos lleve a unas cuotas mayores de bienestar para todos y para todas.
 
En estos dos años, las Illes Balears han cambiado de manera clara y a mejor. Y no quiero atribuirme nada que no me corresponda. No estoy hablando de la mejora económica que hemos propiciado y que todavía debe llegar a toda la ciudadanía o de la reducción del paro que vivimos y que, a pesar de todo, todavía no permite que todo el mundo tenga un trabajo o un trabajo digno.
 
Estoy hablando de que hemos creado, entre todos, un clima de mejor convivencia, más democrático, basado en el diálogo, la transparencia y la honradez, en el cual las instituciones de estas islas ya no están para reñir a los ciudadanos sino para escucharles y servirles. Un clima de estabilidad que propicia la construcción de proyectos personales y colectivos, que permite recuperar la confianza perdida, que favorece la paz social y que ya ofrece resultados tangibles.
 
Desde hace dos años, los ciudadanos de estas islas cuentan con un Govern que forma parte de este engranaje para generar confianza, garantizar estabilidad y devolver dignidad a nuestra gente.
 
Han sido más de 28 meses de cambios, que sólo anticipan todo lo que nos queda por hacer. Porque si alguna cosa define a este Govern es su inconformismo. Siempre lo podemos hacer mejor. Siempre podemos hacer más. Siempre queda por hacer.
 
Nos equivocaríamos si nos dejáramos llevar por la autocomplacencia, si nos limitáramos a alabarnos sin asumir que todavía son muchos e importantes los retos que tenemos. Unos retos que, a todos, nos interesa afrontar juntos. Mirando hacia adelante, pero sin olvidar de dónde venimos.
 
Diputados y diputadas,
 
De la crisis económica, pero también social, que estamos dejando atrás, tenemos que extraer una lección. Si no, volverá a pasar y nos volveremos a equivocar. La crisis, y sobre todo la gestión de la crisis, nos tienen que servir para prevenir y para no repetir errores que, en último término, acaban pagando nuestros ciudadanos, sobre todo los más débiles.
 
Hemos aprendido que las administraciones no se pueden quedar de brazos cruzados, que los servicios públicos esenciales no pueden retroceder, que los más desfavorecidos no pueden quedar desamparados, que las instituciones no pueden subordinar los intereses de los ciudadanos a una causa, económica o ideológica, impuesta por entelequias que nadie ha votado.
 
Hemos aprendido que prevenir es contribuir a solidificar nuestra economía, a hacerla más moderna, más social, más diversa... para no poner todos los huevos en la misma cesta, para competir en calidad y no en cantidad, para ser más fuertes en sectores de futuro o para evitar que los ajustes los acaben pagando los de siempre.
 
Hemos aprendido a fortalecer nuestros derechos, a consolidar nuestro estado del bienestar, a reforzar nuestra red social, a repartir mejor la riqueza... y hemos aprendido a defender que eso no se toca, que no pueden dar pasos atrás en aquello que nos ha costado tantos años conseguir.
 
Hemos visto la crisis en los rostros de muchos conciudadanos nuestros que se quedaban en paro, que veían recortes en sus prestaciones y en sus servicios sociales y sanitarios... Lo hemos visto en los rostros de empresarios que iban hacia la quiebra, de autónomos que tenían que cerrar puertas. En los rostros de familias que se quedaban sin hogar, de jubilados indefensos víctimas de estafas de guante blanco, de mujeres que se tenían que multiplicar para tirar del carro.
 
Demasiadas veces la crisis tiene rostro de mujer.
 
Y son los rostros de tantos ciudadanos y ciudadanas de esta tierra los que nos han enseñado que, con coraje, esfuerzo, dedicación, convicción... que con solidaridad, con justicia, con cohesión... se pueden superar las adversidades.
 
Son los que peor lo han pasado con esta crisis los que nos han motivado a aplicar una renta social única en el Estado y a establecer mecanismos de emergencia para que nadie quede desamparado.
 
Es por tantas familias de estas islas que hacemos una sanidad y unos servicios sociales mejores, con más prestaciones y de más calidad, más accesibles, más próximos.
 
Son los parados y las paradas de Mallorca, Menorca, Ibiza y Formentera los que nos mueven a hacer políticas activas que favorecen el empleo y la formación en sectores de futuro.
 
Son los trabajadores y las trabajadoras de esta tierra los que nos empujan a luchar para que tengan mejores salarios y mejores condiciones laborales.
 
Son las madres y los padres de todas las Illes Balears los que nos motivan a conseguir, día tras día, una educación mejor para sus hijos.
 
Son tantos jóvenes que tuvieron que partir los que nos obligan a actuar para retener su talento.
 
Son nuestras personas mayores y tantos otros colectivos los que nos impulsan a hacer más plazas de residencias, a desarrollar como toca la Ley de Dependencia y el derecho a recibir una respuesta digna y justa de las administraciones.
 
Son nuestros empresarios y autónomos los que merecen nuestra confianza y nuestro apoyo para favorecer un crecimiento económico que sea sostenible en el tiempo y en un territorio tan frágil como el que tenemos.
 
Es por el más de un millón cien mil ciudadanos y ciudadanas de esta tierra que trabajamos cada día para hacer de estas islas un lugar mejor donde vivir.
 
Es esta sociedad la que escogió un Govern progresista para cambiar las cosas: para reconstruir nuestra sanidad, nuestra educación y nuestros servicios sociales; para recuperar la paz social y conseguir un mejor clima de convivencia; para generar la estabilidad y la confianza necesarias y favorecer un crecimiento económico todavía más sólido y más compartido; para mejorar la calidad de vida de nuestros ciudadanos. De todos.
 
Y eso es lo que hacemos.
 
Y es ahora cuando se comprueba que no es lo mismo tener unas administraciones que dan la espalda a los ciudadanos, que otras que los escuchan y deciden con ellos para hacerles la vida mejor.
 
Lo dije en mi discurso de toma de posesión: “sin igualdad, no hay progreso, y sin progreso, no hay futuro. Y yo quiero ganar el futuro desde el progreso social”.
 
Ahora les puedo decir que, aunque nos queda mucho por hacer, estamos dando pasos firmes para ganar este futuro desde el progreso social.
 
Ahora, pasados más de dos años, podemos decir que en las Illes Balears se vive mejor. Que esta es una tierra más digna y próspera. Y podemos mirar hacia adelante con más dosis de optimismo.
 
Y lo podemos hacer porque hemos reconstruido los pilares del estado del bienestar que habían derribado con los recortes, porque estamos consiguiendo que cada vez sea más la gente que se beneficia de nuestro crecimiento económico y, sobre todo, porque hemos girado el orden de prioridades en la acción pública. Ahora, primero son los ciudadanos y las ciudadanas. Ellos están en el centro de cada decisión que toma este Govern.
 
Porque este Govern entiende que todas las políticas públicas, todas, tienen que perseguir un único objetivo: que el esfuerzo de los ciudadanos vuelva a los mismos ciudadanos mejorando sus vidas, creando así un círculo virtuoso.
 
Las administraciones estamos para hacerlo posible. Este es nuestro papel. Las políticas que aplicamos sólo tienen sentido si sirven para hacer que el círculo vuelva en forma de beneficio hacia los ciudadanos. Y los ámbitos en los que aplicamos estas políticas ‑la sanidad, la educación, los servicios sociales, la vivienda, el turismo o el medio ambiente‑ son los medios para favorecer este retorno del esfuerzo.
 
A partir de este modelo, la dinámica de la Administración ha cambiado totalmente. Ahora, este Govern es consciente del esfuerzo que deben hacer los ciudadanos y tiene claro que debe ser proporcional a su situación. Por eso, aplicamos una reforma fiscal con el objetivo de conseguir que quien más tenga sea también quien más aporte. Y, por eso también, hemos priorizado la atención a los colectivos que peor lo estaban pasando con la crisis; la recuperación de servicios maltrechos, el restablecimiento de derechos y la restauración de consensos. Y nos hemos obsesionado con la necesidad de que la riqueza que se estaba generando se repartiera mejor.
 
Todo para hacer posible que el esfuerzo de los ciudadanos vuelva a ellos en forma de beneficios.
 
Estas son las bases del proyecto de este Govern. Ahora, superadas las urgencias que forzaron años de recortes, el guion establecido coge velocidad de crucero a partir de un diseño de futuro articulado desde la planificación.
 
Queda mucho por hacer en estos dos años de legislatura y en los que vendrán después. Los retos son tan grandes y los objetivos de esta sociedad tan ambiciosos e ilusionantes que no admiten marcha atrás. No admiten el retorno a la crispación educativa, a las pérdidas de derechos y a los recortes generales de bienestar que caracterizaron años pasados.
 
Les pondré un ejemplo de aquello que no nos podemos permitir. Cuando este Govern empezó a andar, se tenía que esperar por término medio casi tres meses para ser recibido por el especialista en la sanidad pública: 86 días pendientes de una respuesta. Hoy, nuestra sanidad da cita con el especialista en un mes.
 
Hemos pasado de un Govern acostumbrado a convivir con 2.313 pacientes que esperaban más de seis meses para ser operados a otro, inconformista y autocrítico, que ha reducido a 907 estos pacientes que esperan más de seis meses... Y, a pesar de todo, nos parecen un exceso. Por eso, seguimos. Seguimos ampliando recursos, inversión y plantillas a nuestra sanidad pública. Hoy sabemos que eso da resultados.
 
La mejora de la sanidad durante estos dos años ha requerido incorporar a 990 profesionales sanitarios más, una parte importante de los 1.400 ‑sí, lo han oído bien‑ los 1.400 profesionales que despidió el Govern anterior.
 
Reducimos las listas de espera y las hacemos públicas ‑antes no lo eran. Y, así y todo, no basta. No nos basta. No nos conformamos porque la sociedad no se conforma. Este Govern no descansará hasta que los pacientes de Mallorca, Menorca, Ibiza y Formentera sean atendidos en las condiciones de excelencia y agilidad que se merecen.
 
Unas condiciones que, les puedo anunciar, quedarán restablecidas por decreto la primera mitad del próximo año porque recuperaremos el Decreto de Garantía de Demora que el anterior Govern eliminó. Los pacientes podrán tener así más confianza en que el sistema sanitario público funciona con unos plazos de calidad y dispondrán de un marco legal que les garantizará una respuesta.
 
Unas condiciones que seguiremos mejorando a base de reformar y construir nuevos equipamientos, de ampliar servicios y acercarlos a los pacientes y de seguir reforzando nuestra plantilla sanitaria con el empleo de calidad que aportarán las oposiciones que haremos para dotar 4.500 plazas sanitarias.
 
Todo, para reparar aquello que se había destruido, pero, sobre todo, para construir en esta legislatura y las que vendrán una sanidad tan fuerte que haga imposible regresar al esquema del pasado, en el que las cuentas y la ideología pasaban por encima de los pacientes.
 
Por eso, hemos iniciado ya los trámites para hacer nuevos centros de salud, ofrecer el servicio de radioterapia en el Hospital Mateu Orfila i el servicio de TAC en Forementera, reformar el Hospital de Manacor, ampliar el de Inca y mejorar el Hospital General y el Psiquiátrico.
 
Porque no queremos que nadie se quede sin ser atendido. No queremos volver a ser una sociedad insolidaria, que retira derechos a los inmigrantes y trabajadores que buscan en nuestras islas aquello que siempre hemos tenido: los brazos abiertos. A ellos, les hemos devuelto ya 8.800 tarjetas sanitarias que impedirán que regresemos a una sanidad que negaba la atención al enfermo. Y ya se lo digo ahora, en la defensa de nuestros ciudadanos, en la garantía de una sanidad pública y universal, no nos parará nadie.
 
Por eso también hemos dado un paso que sólo han dado las sociedades más avanzadas de Europa. Un paso para crear la renta social, que no es ni una limosna ni un subsidio. Es un derecho que hoy beneficia a 5.700 personas que saben que, en los momentos más delicados, nos tienen a todos detrás. Y cada vez nos tendrán más, porque la renta social, que ahora reciben familias con hijos, llegará el año que viene a los mayores de 45 años que salen adelante en solitario y que no estarán nunca más solos.
 
Hemos creado una renta de emancipación para jóvenes extutelados, reformamos es Pinaret y estamos cambiando al modelo de servicios sociales, para dejar de basarlo en la subvención y llevarlo hacia la concertación. Escuchamos y respondemos a una reivindicación histórica del Tercer Sector y garantizamos una mayor estabilidad en el servicio. En esta legislatura aprobaremos una ley de acción concertada que nos permitirá concertar en exclusividad con entidades del tercer sector.
 
También hemos reactivado la Ley de Dependencia: una conquista ciudadana que este Govern convierte en certeza para todos. En dos años hemos incrementado un 48% el número de beneficiarios de las rentas ligadas a la Ley y hemos multiplicado presupuestariamente por cinco servicios como el de ayuda a domicilio.
 
¿Y basta? No. No basta. El pasado nos demuestra que todo aquello que no se cuida se pierde y cae en el olvido, y después nos exige más esfuerzos para reparar y devolver a los ciudadanos aquello que ellos aportan, piden y merecen.
 
Lo hacen desde hace años y se lo han ganado durante décadas de trabajo, esfuerzo y contribuciones a un bien común que tiene que volver a ellos. Empezando por nuestras personas mayores, cuya atención debe ser siempre la historia de un éxito colectivo. Hacía aquí avanzamos, mejorando cada día. Cuando acabemos las obras del Plan de Infraestructuras, el 85% de nuestras personas mayores que lo necesiten tendrán una plaza de residencia. No es suficiente, lo sé. Nada que no sea un 100% puede ser un objetivo de este Govern.
 
Ahora contamos con 333 plazas de residencia más y tenemos 133 más en centros de día, mientras construimos nuevos equipamientos que nos permitirán mejorar el grado de cobertura de la demanda. Impulsamos cinco nuevas residencias en Maó, Formentera, Marratxí y Palma y reformamos o ampliamos las de Sant Lluís, Ferreries y Llucmajor. Y ya les he dicho que no es suficiente, que no podemos ser complacientes, que queremos más, que los ciudadanos se merecen más. Se merecen que este proyecto continúe muchos años más.
 
Mirando hacia el futuro, planteamos un proyecto de infraestructuras sociosanitarias que se desarrollará en torno de tres hospitales que tuvieron un papel clave y que lo volverán a tener. Los ciudadanos y las ciudadanas de esta tierra verán renacer los hospitales Verge del Toro, en Menorca; Can Misses antiguo, en Ibiza, y Son Dureta, en Mallorca. En los tres centros estamos planificando inversiones que les devolverán el protagonismo perdido, ahora como equipamientos sociosanitarios.
 
El antiguo Son Dureta, que se convertirá en un centro dedicado a la atención de la cronicidad, ya ha empezado a andar. El plan de usos, que hacemos a partir de un proceso de participación de todos los agentes vinculados en el mundo sociosanitario, incluirá un centro de salud. Hemos adjudicado el proyecto de demolición de parte de los edificios antiguos. Y ahora estamos a la espera de firmar el acuerdo de cesión, que firmaremos muy pronto con la ministra de Trabajo y Seguridad Social.
 
El Verge del Toro también ha empezado a resucitar. Ya hemos iniciado el proceso de licitación de las obras para reforzar la estructura del inmueble y se está revisando el plan de usos.
 
Y el antiguo Can Misses se reconvertirá también en centro sociosanitario. La reforma permite disponer de una residencia para profesionales y pacientes de Formentera e incluirá un centro de salud, un proyecto que se iniciará el próximo año.
 
Lo estamos haciendo. Estamos construyendo nuevos equipamientos sociales y sanitarios y estamos gestionando mejor unos servicios públicos que nosotros entendemos como un deber del Govern y como un derecho de todos. Este es el camino que nos hemos marcado a través de los Acuerdos por el Cambio firmados por Podem, Més per Mallorca, Més per Menorca, Gent per Formentera y Partit Socialista, un proyecto coral, abierto y plural que abraza el principio más hermoso de la democracia: el diálogo.
 
Diálogo como el que nos ha permitido reconstruir la paz educativa.
 
No ha sido fácil recuperar el camino perdido. El acuerdo, desgraciadamente, requiere más esfuerzo que el conflicto. Y esta regeneración colectiva nos obligó a una intensa dedicación inicial. Hacía falta cerrar heridas, suturar conflictos, superar roturas e intentar que no dejaran cicatrices en una educación que debe basarse en la calidad i la equidad. Una educación que debe ser, desde ahora y para siempre, para todos.
 
Por eso, desde el primer momento, nos conjuramos para alcanzar una paz educativa que no es patrimonio de este Govern sino de todos aquellos que creemos en la educación como principal vía para hacer progresar a esta sociedad. Había que alimentar esta paz para poner unos fundamentos fuertes donde edificar el futuro. Hacía falta volver a tratar con respeto y escuchar a nuestra comunidad educativa. Había que recuperar nuestros centros.
 
Años de parálisis y fractura nos obligan a todos a trabajar más, a recurrir a la urgencia para recuperar la planificación perdida. Y más, cuando somos una de las pocas comunidades que aumenta su población en edad escolar. Por eso, tenemos previsto dedicar cien millones de euros esta legislatura en nuevos centros, grandes reformas y ampliaciones.
 
Por eso, hemos recuperado las inversiones educativas abandonadas con los recortes de nuestros predecesores. Sólo este verano hemos destinado 12 millones de euros en infraestructuras, más de lo que invirtió en cuatro años el Govern anterior.
 
Venimos de un momento muy difícil para nuestra educación, un momento que no debería volver a repetirse, y nos dirigimos hacia el horizonte de progreso que los ciudadanos exigen. Por el camino, acabaremos esta legislatura con una inversión en educación y formación que queremos por encima de los mil millones. Sabemos que el esfuerzo merece la pena, porque si hay un presupuesto que siempre será imprescindible aumentar es el de la educación.
 
Hasta entonces, debemos seguir trabajando para recuperar al actor más importante para garantizar la mejor educación para nuestros hijos: el profesorado. Hemos empezado devolviendo los derechos que se habían recortado a profesores y maestros y recuperando a los docentes que despidieron aquellos que demostraron no creer ni en la educación pública ni en los encargados de impartirla. En dos años ya contamos con 800 profesores más. Y queremos más. Y queremos que entren a formar parte de un sistema que les ofrece trabajo estable y de calidad. Y por eso estamos convocando oposiciones con las cuales queremos reducir una interinidad que es del 40% para dejarla al 10%.
 
A los docentes y al resto de profesionales públicos, a los que ya estaban y a los que se han incorporado después, les quiero agradecer desde aquí su entrega diaria y comprometida al servicio de todos. En otros tiempos, este compromiso fue castigado con recortes. Ahora, les escuchamos y su trabajo se reconoce, devolviéndoles derechos y garantizándoles estabilidad laboral con unas oposiciones para sacar 7.500 plazas, 3.000 de las cuales serán para el profesorado.
 
Más y mejores equipamientos, más docentes y en mejores condiciones y más y mejores ayudas. Hemos aumentado la dotación de la beca comedor, la hemos mejorado y hemos más que duplicado el número de beneficiarios. Hemos recuperado las ayudas a fondo de libros y las ayudas a las asociaciones y federaciones de padres y madres, que el anterior Govern eliminó. También hemos puesto en marcha fondos de emergencia social y hemos recuperado los planes de apoyo a la educación infantil de 0 a 3 años.
 
Y en la enseñanza universitaria, hemos incrementado el presupuesto y hemos consolidado nuevos estudios como los de Medicina, mientras hemos mantenido congeladas las tasas en la franja baja. Ahora, además, les quiero anunciar que en los próximos presupuestos incluiremos una deducción en el tramo autonómico del IRPF que favorecerá a nuestros alumnos que cursen estudios superiores fuera de su isla de residencia.
 
El cambio es evidente. Hace unos años hablábamos del enfrentamiento entre un Govern y la comunidad educativa de esta tierra. Ahora el debate es otro. Hablamos de cómo mejorar nuestro sistema educativo, de cómo enseñar mejor y, sobre todo, escuchamos a aquellos que saben cómo educar mejor y a las familias de los 160.000 alumnos de nuestro sistema. Hemos cambiado el enfrentamiento por el diálogo.
 
El diálogo nos ha llevado a la paz educativa. El sector nos pide más, a los políticos. Nos reclama el consenso educativo que no hemos sido capaces de alcanzar en 35 años de autonomía. Y lo hace desde el ejemplo del acuerdo que ha permitido al sector de la educación definir en un documento común el modelo educativo que nos hace falta. Esta propuesta pide paso en esta cámara y se lo tenemos que dar.
 
La comunidad educativa nos está reclamando que nos sumemos a ella para fijar un rumbo claro a nuestra educación que no pueda estar al arbitrio de gobernantes ni de coyunturas electorales. Si podemos dejar un legado a las próximas generaciones debe ser este: una educación de todos y para todos. Eso es lo que nos exige la sociedad. Y eso es lo que guiará nuestros pasos.
 
Diputados y diputadas,
 
La principal política económica de un gobierno tiene que ser la educación y la formación.
 
Y este Govern está demostrando cada día que se pueden hacer políticas progresistas y, al mismo tiempo, favorecer un crecimiento más inclusivo.
 
Nuestra economía crece. Lo hace de manera sólida, mostrando un dinamismo que la convierte en referente. No lo digo yo. Lo dicen agentes económicos y analistas de entidades públicas y privadas de máximo prestigio. También lo apuntaba la patronal CAEB la semana pasada: “La economía balear ha alcanzado la velocidad para seguir avanzando sin grandes fricciones”, decía.
 
Para reflejarlo, nos podríamos quedar con el hecho de que nuestro crecimiento económico es el más alto del Estado. O podríamos presumir de la reactivación del consumo, la aceleración de la inversión o de contar con las mejores previsiones económicas de España.
 
Pero todo eso sería estéril si no consiguiéramos que las cifras macroeconómicas se vayan trasladando a la realidad del día a día de nuestros ciudadanos y de nuestras empresas.
 
El optimismo empresarial tiene cifras sólidas. Se incrementa el número de sociedades y las que nacen lo hacen con una inversión un 25% más alta. La facturación del comercio sube, como también lo hace la producción industrial. Y las exportaciones se duplican. Ahora, además, nuestro empresariado tiene las expectativas de negocio más altas desde 2013, mientras la tranquilidad de las familias y los incrementos salariales aceleran el consumo.
 
Esta situación se refleja claramente en la creación de empleo. Las Illes Balears no sólo son la primera comunidad que ha recuperado los valores de afiliación en la Seguridad Social anteriores a la crisis, sino que ahora tenemos 47.000 trabajadores más.
 
Nuestra economía está generando empleo como nunca, atrae inversiones y proyectos, y capta talento. Genera confianza y riqueza.
 
Y ahora, además, empieza a repartirla porque la economía y los salarios han dejado de ser patrimonio exclusivo de las empresas y de los mercados. A diferencia del anterior, este Govern ha querido ser un agente activo a la hora de influenciar en la mejora de sueldos y de las condiciones laborales de los trabajadores y las trabajadoras. Hemos mediado en el convenio del sector del comercio y, hace pocos días, en el de hostelería, que permitirá a 137.000 trabajadores conseguir una subida de salario del 17% en cuatro años, la más alta acordada nunca en esta tierra entre empresarios y sindicatos.
 
Somos así una referencia para todo el Estado. Un ejemplo de cómo el diálogo contribuye a la generación de riqueza.
 
¿Alguien cree que sin estabilidad, sin expectativas de negocio, se habría podido firmar este acuerdo?
 
¿Alguien negará el esfuerzo y la generosidad demostrada por empresarios y sindicatos?
 
¿Alguien se puede oponer a un acuerdo que beneficiará a 137.000 trabajadores de estas islas?
 
Sólo con los convenios de comercio y hostelería, un 40% de los asalariados de esta tierra ven mejoradas sus condiciones económicas.
 
Este Govern, ya lo avanzo ahora, se seguirá esforzando para impulsar acuerdos en la misma línea en el resto de actividades y así poder avanzar hacia una economía que reparta menos sacrificios y más beneficios.
 
Ahora no sólo empieza a distribuirlos con la mejora de salarios. La calidad del empleo, que sigue siendo la asignatura pendiente en toda España, muestra síntomas de mejora en las Illes Balears. Este otoño, las Illes Balears son la segunda comunidad donde más contratos indefinidos se firman.
 
¿Y estamos satisfechos? No. No lo podemos estar porque todavía son demasiados los que no tienen trabajo o el que tienen es precario. Y, por eso, no nos podemos quedar parados. Por eso debemos seguir garantizando una cobertura a todos aquellos que no la tienen y debemos seguir promoviendo políticas laborales activas, que faciliten el acceso a un empleo a los parados y que permitan mejorar el trabajo a los ocupados.
 
Hace sólo unos días sabíamos que las Illes Balears fue la comunidad que más redujo su tasa de pobreza el año pasado. Nos situamos en niveles inferiores a los de antes de la crisis y mucho mejores a los que ha tenido nunca el Estado.
 
Pero a pesar de tener a 79.000 personas en riesgo de pobreza menos, una sociedad que se respeta a ella misma no debe poder consentir que uno de cada cinco habitantes de esta tierra se pueda quedar atrás.
 
Hay que seguir trabajando en la misma dirección. Porque funciona. Porque la renta social funciona. Las campañas de lucha contra la precariedad laboral funcionan. Porque los planes de reducción del paro funcionan. Porque el Plan de Empleo de Calidad, que nos permitirá destinar 341 millones de euros, funciona.
 
Miren, este septiembre 14.531 trabajadores de estas islas llevaban más de un año en paro. Son muchos. Demasiados. Pero son 8.000 menos que cuando llegamos. 8.000 personas que han dejado de estar condenadas a la incertidumbre de un paro crónico. Y las que quedan, lo decía antes, todavía son demasiadas. Por eso no pararemos hasta conseguir nuestro objetivo de legislatura: reducir un 60% el paro de larga duración.
 
Esta es nuestra motivación: seguir esforzándonos cada día en la persecución de una sociedad más justa y próspera.
 
Y eso es lo que haremos: dar continuidad a un proyecto que entiende a los parados como personas que pronto volverán a trabajar. Lo harán con su esfuerzo y con nuestra ayuda, que incorporará nuevas herramientas y mejorará las existentes.
 
Porque no podemos dejar a nadie atrás, les quiero avanzar que aprobaremos un nuevo programa que quiere convertir en integral la respuesta al paro de larga duración.
 
Hasta ahora hemos puesto en marcha medidas para dos de los colectivos más castigados por la crisis: los jóvenes y los mayores de 45 años. Ahora promoveremos la vuelta al mercado laboral de miles de trabajadores de 30 a 45 años que llevan más de un año sin conseguir trabajo. Para hacerlo, hemos diseñado un itinerario que les llevará a conseguir un puesto de trabajo.
 
Primero, dispondrán de un servicio específico de orientación laboral. Después, durante tres meses, podrán desarrollar su actividad en la Administración. Y, finalmente, entrarán a trabajar, con vocación de permanencia, en las empresas privadas. Por eso, crearemos, además, una ayuda directa de 3.500 euros para cada empresa que contrate durante seis meses a estos trabajadores y trabajadoras.
 
Y lo haremos sin dejar de combatir otro drama que no nos podemos permitir: el paro juvenil. Nos encontramos con 5.173 jóvenes parados y cumpliremos nuestro compromiso de legislatura de reducir un 65% el paro juvenil.
 
Entendemos que el talento de nuestros jóvenes es nuestro futuro y, por eso, reforzamos los programas de formación en empresas, las becas para hacer que vuelvan a la educación jóvenes que no habían acabado la Secundaria, y los planes de contratación directa en ayuntamientos, empresas públicas y Universidad de titulados con estudios superiores que, con el empuje público, pueden acceder a su primer trabajo en la especialidad en la que se habían formado.
 
Diputadas y diputados,
 
Para este Govern, todas las políticas públicas, todas, buscan el mismo objetivo: mejorar las condiciones de vida de nuestros ciudadanos. Y así se hace, escuchando y actuando a través de las diferentes áreas en las cuales incide la acción pública.
 
Dice el economista Antón Costas que la “modernidad económica” basada en la desregulación financiera, en la desregulación de los mercados de trabajo y en la defensa del equilibrio presupuestario, por encima de todo, se ha demostrado fracasadas.
 
El principal problema al que nos enfrentamos, según el catedrático, es la cuestión distributiva: la desigualdad, la pobreza y la falta de oportunidades. Y eso significa que si la riqueza se queda en manos de unos pocos y sólo se acaban repartiendo las incomodidades, la situación será insostenible. Como dice el mismo Antón Costas, es necesario un nuevo contrato social. Y es aquí donde la Administración debe intervenir para hacerlo posible.
 
Y en una economía como la nuestra tan dependiente del turismo, la clave es que los ciudadanos vean mejorar su bienestar gracias a esta actividad. Para conseguirlo, los residentes tienen que poder ver el turismo como un activo que contribuye a su bienestar. Y eso sólo es posible con una mayor redistribución de la riqueza que genera y una reducción de las externalidades negativas que lleva implícitas.
 
Por eso hemos creado el Impuesto de Turismo Sostenible, que reparte mejor los beneficios de esta actividad y compensa el impacto que provoca sobre un territorio frágil como el nuestro.
 
Con la recaudación de este impuesto, el medio ambiente, el paisaje, nuestro patrimonio y nuestra cultura, pero también la formación, la investigación o la innovación, sectores económicos emergentes o la movilidad sostenible, se benefician de la actividad turística.
 
En las dos convocatorias, hemos incluido actuaciones para mejorar el ciclo del agua en las cuatro islas, proyectos tan simbólicos como el del Camí de Cavalls, la compra de espacios emblemáticos como la finca des Canons, en Artà, o la rehabilitación de patrimonio como el de las Torres del Temple, en Palma. Hemos previsto también actuaciones para hacer más efectiva la protección de nuestro medio ambiente y muchas otras que mejorarán nuestra costa, como las que haremos en Ses Figueretes o en la Badia de Sant Antoni, en Ibiza.
 
El Impuesto de Turismo Sostenible, déjenme que lo diga una vez más, ha tenido una acogida positiva, no ha afectado a la competitividad del sector y, en cambio, supone un lazo de solidaridad que une a turistas y residentes. Un lazo que queremos reforzar incrementando la aportación que hacen los visitantes para ajustarla a las necesidades reales de la sociedad que les atiende.
 
Hemos girado la política turística para alcanzar la temporada y potenciar productos alternativos al “sol y playa”.
 
Y eso que les digo ya no es un eslogan. Eso está pasando. El mantra, que desde hace décadas se ha repetido, ahora ya es una realidad: alargamos la temporada yrepartimos la llegada de visitantes durante todo el año. Y todo eso nos permite mejorar también la estabilidad laboral.
 
Sabemos de las diferencias que, en este sentido, presenta nuestra comunidad. Tanto con respecto a la temporada turística y a su estacionalidad, como a los productos que se ofrecen y al alojamiento del que dispone cada una de las islas. No es igual de larga la temporada en Formentera que en Mallorca y no es igual la oferta de Ibiza que la de Menorca. Para dar respuesta a una reivindicación histórica y para dar cumplimiento a nuestro Estatuto, el Consell de Govern acaba de completar el traspaso de la promoción turística en los consells insulars.
 
Señoras y señores diputados,
 
Les decía antes que en esta nueva manera de hacer política el actor determinante son los ciudadanos. Y cuando lo aplicamos en el ámbito turístico, la palabra clave es: equilibrio. A fin de que el círculo virtuoso funcione debe haber un mayor equilibrio en el reparto de las rentas que se generan; un mayor equilibrio entre satisfacción del visitante y bienestar del residente; un mayor equilibrio entre turismo y medio ambiente; y también debe haber un mayor equilibrio entre actividades económicas.
 
Y lo perseguimos favoreciendo que los establecimientos turísticos mejoren sus estándares de calidad, combatiendo el turismo incívico y con regulaciones como la del “todo incluido”, que entraremos de manera inminente en el Parlament.
 
Lo buscamos con una ley como la del alquiler vacacional, que está sirviendo para poner orden en un sector que estaba mal regulado; que fija un techo de plazas turísticas y reducir las que se estaban ofreciendo de manera ilegal; que permitirá a consejos y ayuntamientos ordenar la actividad; y que facilita que pisos que antes se destinaban al alquiler turístico se comercialicen ahora en el mercado de alquiler convencional, contribuyendo así a ampliar la oferta residencial.
 
Pero, aparte del equilibrio entre turista y residente y entre turismo y medio ambiente, hay una última pata que pasa por avanzar hacia una mayor diversificación económica, aprovechando el turismo no sólo como motor económico sino también como motor de progreso social.
 
El turismo, para este Govern, es un generador de conocimiento que hace de palanca para potenciar el desarrollo de otros sectores, como el de las nuevas tecnologías, la innovación o las energías renovables. Y con este objetivo trabajamos.
 
Avanzamos a partir de dos vías que tienen que impulsar la modernización de la economía de estas islas. Unas islas que deben seguir siendo abanderadas. Y que  deben empezar a serlo más allá del turismo. En un primer eje tenemos en marcha un plan que tiene que impulsar el renacimiento de una industria que queremos moderna y eficaz.
 
El segundo eje gira en torno a un Plan de Ciencia e Innovación que nos debe empujar todavía más a salir de la parálisis de la que veníamos y nos debe llevar hacia la economía del futuro, creando un ecosistema empresarial en el que la base sea el conocimiento.
 
En el primero de estos ejes ahora mismo estamos impulsando ya la primera Ley de Industria, el marco normativo que tiene que agilizar la diversificación económica de estas islas. El desarrollo de este nuevo escenario ya se ha empezado a ejecutar con un Plan de Industria que estará dotado con más de 10 millones de euros el año que viene.
 
Como parte de este impulso al desarrollo industrial, estamos aplicando un plan de internacionalización de las empresas que no existía y estamos implantando un plan de modernización y renovación de maquinaria industrial, una demanda de un sector que había estado demasiado tiempo desamparado.
 
Todo eso se complementa con programas de formación dual para potenciar la profesionalización y modernización laboral de sectores estratégicos, como la náutica, el calzado, las energías renovables y eficientes, y las tecnologías de la información y la comunicación. El esfuerzo ha supuesto ya la incorporación a las empresas de 200 trabajadores especializados y altamente cualificados.
 
La economía balear se sostiene sobre la pequeña y mediana empresa. Estaremos a su lado con un Plan de Autoempleo y Emprendeduría y desarrollando programas como el de iComerç, que les ayudará a proyectarse hacia el futuro. También trabajamos en un plan de economía social que nos llevará a aprobar una ley de microcooperativas para facilitar nuevas formas de economía en nuestra comunidad.
 
Todas estas líneas de actuación deben seguir creciendo. Y no por el capricho o por la obsesión de este Govern en la modernización y diversificación de nuestro modelo productivo. Los tiempos de las obsesiones personales han quedado atrás. Actuamos así porque escuchamos las demandas y lo acordamos con los agentes económicos y sociales en las mesas de trabajo del Pacto por la Competitividad, el Empleo de Calidad y el Progreso Social. Juntos demostramos ser más creativos y eficaces. Juntos somos más fuertes. Este es el camino que está llevando a las Illes Balears a ser una de las comunidades que más inversiones industriales colecta.
 
El plan industrial es un eje, pero también lo es el Plan de Ciencia e Innovación de este Govern.
 
No hay camino hacia la innovación; la innovación es el camino. Llevamos demasiados años hablando de ello. Se ha dicho una y otra vez que esta es una apuesta que debe contribuir a acelerar la diversificación de nuestra economía. Y es posible que la insistencia del mensaje haya sustanciado la idea de que, en realidad, sólo se habla sin avanzar en este objetivo. Y no es cierto. Al menos con este Govern, ya no lo es. Por eso, queremos convertir el Plan de Ciencia en una prioridad, una herramienta colectiva, un camino irrenunciable por el cual tenemos que andar todos juntos.
 
En colaboración con el sector, se han planificado áreas de inversión estratégica: la de ciencia y tecnología marina, la dedicada a las ciencias biomédicas y de la salud, la relacionada con el medio ambiente y la bioeconomía, las industrias culturales y creativas y todo el sector ligado a la generación de contenidos basados en el conocimiento.
 
Todo eso exige recursos públicos que ya se han empezado a movilizar. Este Govern ha aumentado un 36% en sólo dos años el presupuesto destinado a investigación, desarrollo e innovación. Hemos invertido ya 24,6 millones de euros.
 
Hemos puesto fin a años de falta de apoyo a las empresas dedicadas a la investigación, el desarrollo y la innovación con la creación de ayudas a la inversión. Y con el mismo propósito, seguiremos desarrollando y ampliando el Parc Bit y el Centro Bit Menorca, hecho realidad después de tanta lucha.
 
A todas estas líneas que hacen de la innovación también nuestro camino se añadirá los próximos meses una nueva medida fiscal pensada para acompañar a aquellos que dan el paso de poner energías e ilusiones en un proyecto innovador. Les quiero anunciar que, en los presupuestos que el viernes aprobaremos, aumentaremos la desgravación hasta un máximo de 12.000 euros para los que inviertan en nuevas empresas del sector. Con esta medida queremos estar cerca de aquellos que lo ponen todo para cambiar el futuro.
 
Además, ampliaremos el grueso de beneficiarios que podrán acceder a la deducción fiscal para hacer donaciones a entidades destinadas a la investigación, al desarrollo tecnológico y a la innovación.
 
Decía Marie Curie que “no se puede construir un mundo mejor sin mejorar a las personas”. Y yo estoy convencida de ello. Como también lo estoy de que no podemos construir una sociedad mejor si no crecemos con las personas. Debemos nutrirnos de su talento y acompañarlo. Porque el talento también es el camino. Durante años nos olvidamos, como saben bien las decenas de jóvenes formados que tuvieron que partir para buscar a fuera las oportunidades que su sociedad les negaba. Es nuestra obligación, nuestro deber con ellos, facilitarles el retorno.
 
Queremos progresar con ellos. Necesitamos progresar con ellos. Y hemos empezado a hacerlo. Lo hemos hecho elevando un 48% el presupuesto del Instituto de Investigación Sanitaria de Balears.
 
Pero hace falta más. Aprobaremos el decreto de carrera investigadora, un estatuto pionero en el Estado, que debe servir para retener al talento científico de estas islas y atraer al que está fuera. A los investigadores, les ofreceremos un futuro de desarrollo personal y profesional. Un futuro que ya ha empezado.
 
La ciencia, el talento y la innovación son un impulso para avanzar hacia una sociedad moderna, que utiliza la riqueza que genera para avanzar unida. Este es otro de los vectores del Impuesto de Turismo Sostenible, que también será clave para multiplicar nuestra actividad investigadora. La aportación económica de turistas de todo el mundo nos permitirá crear el Instituto de Investigación de Balears, para incorporar talento y mejorarnos.
 
Señoras y señores,
 
Lo he dicho antes: queremos hacer de estas islas un lugar mejor para vivir. Pero eso sólo pasará si intervenimos para poner los mecanismos que lo hagan posible.
 
Son muchos los retos que tenemos como sociedad. Pero hay uno que especialmente nos obliga a actuar con ambición. Me estoy refiriendo al reto que supone facilitar el acceso a una vivienda.
 
Somos conscientes de que este problema afecta, en diferentes grados y por varios motivos, a una parte importante de nuestra población. Afecta a personas en situación de emergencia y a las familias que peor lo pasan con una crisis que todavía hay muchas personas que no han superado. Y afecta también a ciudadanos que tienen un trabajo estable y que ahora también tienen dificultades por acceder a una vivienda.
 
Este drama individual nos obliga, como Govern, a afrontarlo como un reto colectivo. Así lo hacemos. Hasta ahora, con un paquete de medidas encaminadas a facilitar el acceso a la vivienda a los más vulnerables, a favorecer el incremento del parque de viviendas público y a compensar el encarecimiento de los precios de alquiler que se ha producido en determinadas zonas. Y regulando también un ámbito como el del alquiler turístico.
 
Y lo haremos con una ley de la vivienda de marcado cariz social, que nos debe servir para afrontar mejor el problema.
 
Pero, sin esperar a la ley, les quiero adelantar hoy que tenemos terminado un nuevo plan de vivienda con dos objetivos fundamentales: el principal es el de garantizar que los ciudadanos de estas islas puedan disponer de un hogar digno y al alcance de los ingresos que les reporta su esfuerzo. Y, al mismo tiempo, queremos incentivar a situar en el mercado de alquiler residencial los pisos de propietarios que, en muchos casos, tienen en su vivienda sus ahorros y una garantía de bienestar futuro.
 
El plan de vivienda tiene un bloque de medidas fiscales que hoy les anunciaré:
 
Para reducir el temor de los propietarios a no cobrar, aprobaremos una desgravación en el IRPF cuando se contraten seguros de impagos para viviendas destinadas a alquiler residencial.
 
También crearemos una nueva deducción fiscal para aquellos que deban cambiar de isla por motivos laborales que les permitirá rebajar 400 euros el coste del alquiler.
 
Para favorecer el acceso a la vivienda de los jóvenes, familias numerosas y personas con alguna discapacidad, creamos el año pasado una deducción del precio del alquiler, que ahora se amplía: hasta ahora era de un máximo de 300 euros mensuales y ahora será de 400 euros mensuales.
 
Pero nuestra lucha para facilitar el acceso a la vivienda no acaba aquí.
 
Mejoraremos también las ayudas al alquiler de viviendas para que se adapten mejor a la realidad de nuestras islas. El plan estatal ofrece subvenciones directas a determinados colectivos que alquilan pisos de menos de 600 euros al mes. Pero este límite no se ajusta a los precios de alquiler que tenemos aquí. Hasta ahora habíamos complementado la ayuda hasta un precio máximo de 800 euros en Ibiza y Formentera. Ahora la ampliaremos hasta los 900 euros y a todas las islas.
 
Y, finalmente, elevaremos del 15 al 50% la deducción a los propietarios que inviertan en mejorar la sostenibilidad de su vivienda.
 
Lo he dicho muchas veces, el Impuesto de Turismo Sostenible nos permite compensar el impacto que genera el turismo. Este objetivo se cumple a la perfección si el dinero de este impuesto se destina a política de vivienda y a ampliación del parque público. Ahora modificaremos la ley del impuesto para hacerlo posible.
 
Finalmente, les quiero anunciar también el compromiso para incrementar la promoción de viviendas. Cuando llegamos el IBAVI no había solares. El trabajo que hemos hecho y los acuerdos a los que hemos llegado con diferentes ayuntamientos nos permitirán iniciar esta legislatura 16 promociones. Construiremos 218 pisos sociales nuevos en Mallorca, 206 en Ibiza y 62 en Menorca. De esta manera, ampliaremos nuestro parque con 486 viviendas protegidas más; eso significa incrementar un 30% las que tenemos actualmente.
 
Les estoy anunciando un plan de vivienda ambiciosa, que estará dotado con más de 50 millones en tres años, y que, junto con la ley, se incluyen en una estrategia que no busca otra cosa que convertir las Illes Balears en un territorio que garantice un futuro mejor para sus ciudadanos y ciudadanas.
 
El cambio iniciado con la vivienda, con la educación o con el modelo económico es justamente el camino, nuestro camino. El de todos. Se trata de soñar una sociedad mejor y avanzar juntos para conseguirla. Lo dijo mejor que yo Eleanor Roosevelt: “El futuro pertenece a aquellos que creen en la belleza de sus sueños”.
 
Y nosotros creemos en ella.
 
Miren, cuando llegamos esta sociedad ya soñaba. Ahora, trabajamos para hacer que estos sueños no queden en nada y definimos un proyecto que camina, paso a paso, hacia el horizonte que queremos.
 
Es un camino real, transitable, hacia nuestras aspiraciones como sociedad. Ya no es sólo que soñamos un futuro de energías renovables, es que ahora planificamos el cierre de Es Murterar y la reconversión a gas natural de la central de Maó, mientras promovemos parques fotovoltaicos e implantamos la red de recarga de coches eléctricos que, les quiero anunciar, será la más amplia del Estado gracias a los 13 millones de euros provenientes del Impuesto de Turismo Sostenible.
 
Ya no es que imaginamos energías limpias, es que tenemos en marcha una ley de cambio climático que definirá claramente cómo construimos el mañana que soñamos. Un mañana que nos llevará el próximo año a tener electrificada toda la red ferroviaria, a mejorar el servicio de transporte terrestre en toda Mallorca y, progresivamente, a incrementar los vehículos de transporte colectivo que se mueven por nuestras carreteras con energías limpias.
 
Un mañana que queremos con un transporte entre islas mejor y en un transporte con la península más justo para nuestros residentes. Insistiremos en reivindicar al Gobierno del Estado que en el próximo presupuesto general aumente el descuento hasta el 75% para los vuelos con la península.
 
Estas islas están dejando atrás un pasado de abusos y de consumo constante del territorio. Ahora ya hemos paralizado todo proyecto portuario que suponga más destrucción de nuestro litoral. Y no es un anuncio; es un hecho, una decisión tomada y ejecutada por un Govern que no sólo dice que nuestro territorio es frágil, sino que actúa en consecuencia. En el futuro, nuestros puertos deben crecer, sí. Pero en calidad de servicio y respeto ambiental.
 
Y en este futuro, nuestro patrimonio, nuestra naturaleza y nuestro paisaje tienen que seguir vivos. Preservar nuestro entorno y nuestros recursos naturales es responsabilidad nuestra. Y cumplimos sin olvidar ningún frente.
 
Uno de los principales es el de nuestros recursos hídricos. El agua es un bien escaso que no podemos malbaratar. Hemos impulsado una nueva cultura del agua desde el acuerdo con los ayuntamientos y los consells insulars. Una cultura que pasa por fomentar el ahorro, por planificar mejor, por establecer indicadores periódicos de control, por mejorar el saneamiento y por impulsar actuaciones que permitan garantizar el abastecimiento de agua de calidad para la ciudadanía.
 
Y para hacerlo posible, había que recuperar las inversiones en infraestructuras hidráulicas y de saneamiento que se habían abandonado los últimos años. Y había que hacerlo en todas las islas. Y eso hemos hecho. Hemos recuperado y mejorado las desaladoras, hemos mejorado algunas ya existentes y, sobretodo, hemos hecho inversiones en la red llegando a más municipio y haciendo nuevas conexiones.
 
En Ibiza, donde la situación era especialmente preocupante, saben bien que las cosas han cambiado. Estamos poniendo al día las infraestructuras hidráulicas de esta isla para no volver a quedarnos sin agua y para mejorar la red de saneamiento. Me estoy refiriendo, por ejemplo, a la conexión de la desaladora de Santa Eulària o la entrada en funcionamiento  de la depuradora de Cala Tarida. Hemos afrontado de cara problemas, como el de la sequía, que otros no querían ver, y hemos hecho realidad una obra esperada y reivindicada, el nuevo emisario de Talamanca.
 
Conservamos y recuperamos nuestro medio ambiente, comprometiéndonos con la Reserva de la Biosfera de Menorca, ampliando la Reserva Marina de Sa Dragonera y la de los Freus de Ibiza y Formentera o creando el Parque Natural de Es Trenc. Ha sido un Govern progresista quien ha saldado una deuda histórica con este lugar. Seguiremos por este camino y en el futuro ampliaremos el Parque de Levante.
 
Recuperamos capital humano, con 40 profesionales más en el IBANAT, una empresa pública que, a pesar de ser clave en la protección del entorno y la prevención de incendios, también pasó por el adelgazador.
 
Reforzamos la protección de la posidonia, con más información y vigilancia para evitar fondeos y con un decreto que será pionero en toda Europa para preservar nuestros bosques marinos.
 
El mar es parte de lo que somos. Igual que nuestra tierra. Y no seríamos lo que somos sin nuestros campesinos, que la trabajan cada día con sus manos. Este Govern les está acompañando y lo seguirá haciendo.
 
Afrontando amenazas que no eran nuevas, como la de la xylella, pero que nosotros no hemos querido rehuir. Nos hemos aplicado en su detección y contención, hemos trabajado y hemos conseguido que Europa la reconozca, nos dé la razón y nos permita atender este problema de la manera menos agresiva. Ahora la combatimos con recursos propios y nuevas fuentes de ingresos, como las que nos reporta el Impuesto de Turismo Sostenible.
 
Estamos cerca de nuestros campesinos y lo demostramos. Este Govern es el primero que ha dotado un Plan de Desarrollo Rural con plazos y objetivos, y con una partida de 146 millones de euros.
 
Es un ejemplo más que este Govern gestiona y tiene claro que la garantía de un futuro para nuestro campo pasa por fomentar una renta digna para aquellos que lo trabajan. Por eso hay que seguir impulsando la incorporación de savia nueva con programas como el que ha permitido que casi 200 jóvenes hayan optado por vincular su futuro al mundo rural.
 
Por eso nos apresuramos en ser de los primeros en pagar las ayudas anticipadas de la Política Agraria Común y la semana pasada ya habíamos abonado 11,5 millones a nuestros campesinos y ganaderos. Por eso dotamos, por primera vez, un plan de agricultura ecológica que no existía y que ahora tiene el apoyo de 4 millones de euros públicos. Por eso impulsamos herramientas de venta directa de la producción agraria que permiten a los campesinos mejorar el rendimiento económico que obtienen de sus productos.
 
¿Es suficiente? No. Nunca lo será. No para este Govern. No cuando el objetivo que nos hemos fijado es el de avanzar en cohesión por el camino del progreso social; cuando el hito que perseguimos es el de conseguir una sociedad más justa, más digna y más solidaria. Más viva.
 
Nunca construiremos unas Illes Balears mejores sin soñar en unas Illes Balears mejores. Y mejores significa más solidarias, más responsables, más autocríticas, más transparentes, más justas, más abiertas. Más participativas, éticas, integradoras, cohesionadas... Más preparadas para proteger a sus habitantes y ponerse al lado de quien sufre.
 
Este sueño tiene que ser para todos el objetivo más real.
 
Eso es lo que nos propusimos al principio de la legislatura con este Pacto construido por los ciudadanos y para los ciudadanos. Un pacto que permitió un Govern al cual la ciudadanía pidió ética y transparencia. Y este Govern está decidido a aplicarse este mandato como nadie.
 
Decía Vaclav Havel hace 27 años que es un reto tanto de los gobernantes como de sus sociedades “liberarnos no sólo de nuestros temores a la mentira, sino también de nuestros temores a la verdad”.
 
Este es exactamente el camino que elegimos: ponernos siempre delante del espejo y mostrarnos tal y como somos a nuestra ciudadanía, también con nuestros defectos. Nos debemos a ciudadanos que se han hartado de que cada error se responda con ocultación, excusas, silencios o mentiras.
 
Tengo claro que no es mejor quien se dice mejor sino quien actúa mejor. Y este Govern no se esconde cuando debe afrontar la verdad y pone sus defectos delante del espejo.
 
Por eso si pensamos que algo no se ha hecho bien reaccionamos como exige la ciudadanía: reconociendo los hechos, pidiendo disculpas y, sobre todo, actuando en consecuencia. Se explican todos los detalles y se asumen responsabilidades.
 
Soñamos con una política mejor y no dejaremos de actuar para conseguirla. No somos inmunes al error, pero sí que somos garantes de la responsabilidad y la honestidad. No podemos prometer que no nos equivocaremos, pero sí que rectificaremos cuando eso pase. Este era y es nuestro compromiso.
 
Por eso nos pusimos el listón más alto que nunca. Por eso nos dotamos de un código ético. Por eso hacemos públicas las adjudicaciones de contratos y damos publicidad a las tramitaciones de los contratos menores. Por eso eliminamos privilegios políticos como el del nivel 33, que nos han permitido ahorrar más de un millón de euros de las arcas públicas. Y por eso hemos iniciado los trámites para acabar con los aforos.
 
¿Y basta? No. La transparencia debe ser la base de cada acción de gobierno. Debe estar presente en todas las relaciones con los ciudadanos. Y por aquí avanzamos.
 
Sabemos que democracia y libertad implican transparencia y participación. Porque queremos una sociedad que decide junta, pronto entrará en esta cámara una ley de consultas que definirá los canales para hacer que los ciudadanos puedan colaborar activamente en la toma de decisiones.
 
Ya lo hacen en los órganos de participación que estaban establecidos y que el anterior Govern dejó morir. Hoy han vuelto a la vida el Consejo de la Juventud, el Consejo Social de la Lengua o el Consejo Económico y Social. Instrumentos para escuchar a todo el mundo, para que podamos decidir todos. Este es el diálogo que defendemos. Un diálogo que está en el origen de todo y que da sentido a todo.
 
Este diálogo es también el que nos hace más ricos. Y nuestra mayor fortuna es la solidaridad y diversidad de una sociedad que trabaja y decide unida. Nuestra riqueza crece a medida que construimos una sociedad más digna y abierta, una sociedad que aprueba una ley de LGTBI basada en el respeto a la diversidad, una sociedad en la que la igualdad es fuente de fraternidad.
 
Leyes tan integradoras como esta hacen que me sienta orgullosa de nuestras islas. De la misma manera que nos conforta ver la reacción de nuestra gente ante el drama que viven los refugiados que huyen de la guerra y el hambre. Estas islas han acogido ya a 122 refugiados, casi un 10% de los que han llegado al Estado, un porcentaje muy superior al 2% que marca nuestro peso poblacional. Podemos ser más solidarios que muchos, pero ni un 2 ni un 10% bastan cuando hablamos de proteger los derechos humanos y de cuidar de los que más sufren.
 
Con este propósito aumentamos la cooperación al desarrollo y, en sólo dos años, le hemos dedicado 9,8 millones de euros, cinco veces más que durante los cuatro años anteriores. Los que defienden la justicia y la solidaridad ocupan siempre el lugar correcto de la historia. Y es aquí donde debemos estar todos.
 
Y estamos.
 
Hay más muestras de lo que somos como sociedad que avanza hacia la justicia y la igualdad. Hemos fijado criterios sociales en las contrataciones de servicios públicos y juntos hemos firmado un pacto contra las violencias machistas, seguramente el pacto más importante de todos los que hemos firmado. Ante esta lacra, nuestra sociedad no admite ni fisuras ni matices. Y ha estado a la altura. Entre todos, concretamos 135 medidas que hemos empezado a aplicar. Unas medidas que se añaden a las que incorpora la Ley de Igualdad aprobada por este Parlament para combatir la discriminación sexista.
 
¿Alguien duda de que la igualdad deba ser el fundamento de nuestra sociedad?
 
¿Alguien encuentra hoy justificado que una mujer cobre menos que un hombre?
 
¿Alguien puede defender a estas alturas que la discriminación por razón de sexo puede tener cabida en nuestra sociedad?
 
Y, a pesar de ello, pasa. Hemos avanzado mucho, pero queda mucho por hacer. Lo decía antes y lo repito: el sufrimiento, la crisis y la discriminación demasiadas veces, demasiadas, tiene rostro de mujer. Estaremos a su lado. Y no sólo con palabras, también con hechos.
 
Les quiero anunciar aquí que este 2018 aplicaremos una política pionera y que define claramente qué tipo de sociedad queremos ser: una sociedad fuerte y solidaria, en la que quepamos todos, capaz de estar cerca de los que más lo necesitan. Pondremos en marcha un programa que garantizará un puesto de trabajo y autonomía durante un año a todas las mujeres que hayan sido víctimas de violencia machista. Ellas tampoco volverán a estar nunca más solas.
 
Igualdad, solidaridad, transparencia, ética, participación e integración, les decía antes. Estos son pilares del futuro que construimos, un futuro que no puede olvidar de dónde venimos, nuestras raíces. Estoy hablando de nuestro patrimonio y nuestra lengua y cultura. Hablo de la cohesión que nos tiene que permitir ser mucho más que la suma de cuatro islas. Hablo de un pueblo que comparte esfuerzos, historia y futuro. De una manera de hacer política que nos empuja a buscar un bienestar común e igualitario en Formentera, Ibiza, Menorca y Mallorca. Hablo de una colaboración institucional asentada en el trabajo impagable de los ayuntamientos y los cuatro consells, que hacen de estas islas un proyecto compartido.
 
No se trata sólo de estar mejor comunicados, que también. Se trata de progresar todos a la vez. Educando en valores como los del respeto, la no violencia o la igualdad que nos inspira el deporte. Y pasando de las palabras a los hechos con programas de fomento del juego limpio y del deporte femenino, o mejorando nuestras infraestructuras deportivas.
 
Acercamos la cultura a los ciudadanos y las ciudadanas con infraestructuras culturales como las que impulsaremos entre todos en Formentera, donde, gracias a la recaudación del impuesto turístico, podremos contribuir a reparar un agravio histórico y la isla dejará de ser la única que no tenía museo. Lo hacemos también con equipamientos como el de la nueva sede de la Orquesta Sinfónica o como el centro Toni Catany, que construiremos en Palma y Llucmajor, respectivamente. Y con una apuesta por los creadores y productores culturales de todas las islas, que se materializará el próximo año con la creación del Instituto de Industrias Culturales.
 
Pero si de algo estoy satisfecha es del proceso de reparación de la memoria histórica que hemos iniciado en esta tierra.
 
La ley que aprobamos por unanimidad en este Parlament nos ha permitido exhumar fosas en Porreres y Montuïri y ahora, siempre de la mano de la entidades de memoria histórica, nos permitirá hacer lo mismo en Sant Ferran (Formentera) y volver otra vez a Porreres.
 
Lo he dicho en otras ocasiones: cada vez que abrimos una fosa, cerramos una herida. Y no debemos parar hasta cerrarlas todas.
 
Sólo eso, ya nos hace mejores como sociedad. Sólo por eso, ya habrá merecido la pena.
 
Señoras y señores diputados,
 
Para hacer de las Illes Balears un lugar mejor para vivir no nos podemos permitir pasos atrás. No podemos jugar a desestabilizar el clima de convivencia que nos hemos dado entre todos.
 
La crisis que se ha generado en torno al modelo territorial del Estado es grave. Muy grave. Se ha demostrado dónde conducen años de inmovilismo, años de decisiones unilaterales, años de palabras sin hechos y de hechos sin palabras. Se ha demostrado que no lleva a ningún sitio saltarse las leyes en una huida hacia adelante ni tampoco convertirlas en trincheras. Porque las leyes las hace la política. Porque un problema político sólo se puede afrontar desde la política. Y la política tiene en el diálogo su arma principal.
 
Es necesario que impere el juicio y se aproveche la más mínima rendija, por pequeña que sea, para buscar la luz del diálogo, la única que nos puede guiar hacia la salida de la crisis.
 
Una crisis que viene de afuera y que no es sólo territorial. Tiene su origen en un marco institucional que ha quedado desfasado y que ahora, si no queremos que sea demasiado tarde, se debe adaptar a la modernidad y se debe adelantar al futuro.
 
Y lo debe hacer reconociendo la pluralidad nacional, lingüística y cultural de un Estado que es diverso y que sólo podrá garantizar una igualdad de derechos si trata diferente a aquel que es diferente.
 
Lo debe hacer garantizando más autogobierno y una mejor financiación, definiendo con claridad el reparto competencial y estableciendo espacios de diálogo permanente para que la distancia entre pueblos y entre generaciones no se haga insalvable.
 
Lo debe hacer asumiendo derechos y libertades que eran inimaginables después de la dictadura y, a la vez, haciendo que algunos de los ya reconocidos no sigan siendo papel bañado.
 
Y lo debe hacer haciendo partícipes de la construcción de este nuevo marco a tantas generaciones que no han podido decidir o que han desconectado.
 
Y eso sólo se puede conseguir desde el diálogo.
 
Un diálogo para crear un marco que permita también en las Illes Balears afrontar el futuro con más garantías.
 
Demasiado a menudo nuestra situación es la de un territorio incomprendido. Desde fuera, no siempre se tiene en cuenta que tenemos una identidad, una lengua y una cultura propias. No se ha acabado de reconocer nunca que tenemos un hecho insular que nos hace diferentes al territorio peninsular y que condiciona a nuestros ciudadanos, nuestras empresas y nuestras administraciones.
 
Demasiado a menudo, desde fuera se piensan que somos muy ricos y nos tratan como si lo fuéramos. Cuando la realidad, ya lo sabéis, es bastante diferente. Y, poco a poco, a fuera la van reconociendo. Lo empieza a reconocer, por ejemplo, el ministro Cristóbal Montoro, aunque, de momento, no ha pasado de aquí, del simple reconocimiento.
 
No deben haber visto en mi intervención demasiados reproches hacia al Ejecutivo central. He preferido defender nuestra visión de la situación, reivindicar las actuaciones que estamos tomando y adelantar los retos que debemos afrontar de ahora en adelante. Y uno de estos retos es el de la mejora de nuestra financiación.
 
Las Illes Balears, a pesar de ser uno de los territorios con más capacidad fiscal per cápita del Estado, es uno de los que tiene más deuda pública. Una situación que, en buena parte, se explica por la infrafinanciación histórica que hemos sufrido y que, a pesar de todo, no nos impide ser una de las pocas comunidades que cumple con las exigencias de déficit que nos fija el Estado.
 
A partir de esta evidencia, hemos reclamado, por una parte, una condonación del 60% de nuestra deuda pública. Y, de la otra, hemos planteado un nuevo sistema de financiación más justo, que corrija esta situación, y que permita a las comunidades aumentar su capacidad de gestión con más autonomía fiscal, para poder así reforzar su responsabilidad, sobre todo con la ciudadanía. Porque, no lo olvidemos, en último término a quien perjudica la mala financiación es a los ciudadanos.
 
Sin embargo, no tener dinero suficiente nunca ha sido una excusa para no dar respuesa a los problemas que tenemos. A pesar de las carencias, hemos ofrecido soluciones, hemos recuperado derechos y hemos mejorado servicios públicos. Y, además, hemos sido capaces de cumplir con nuestras obligaciones. Gestionar bien no es recortar. Gestionar bien es ser eficiente y cumplir más y mejor con los beneficiarios de las políticas públicas.
 
Ahora se paga más rápido que nunca a los proveedores que trabajan con la Administración. Si al final de la pasada legislatura se tardaban casi dos meses a cumplir con los proveedores, ahora se tarda poco más de dos semanas. Un giro que demuestra la capacidad de gestión de la izquierda y ayuda a mantener activada la rueda económica.
 
Son hechos conseguidos desde el rigor, que pueden acabar convirtiéndose en un ejercicio de heroísmo si no conseguimos un marco estable de financiación.
 
Esta comunidad cumple con las exigencias del Estado. Ahora exigimos que el Estado cumpla con nosotros.
 
Y les tengo que reconocer que, con respecto a la revisión del sistema de financiación, no puedo ser optimista. No lo puedo ser porque el Estado está incumpliendo los plazos fijados y plantea más problemas que soluciones.
 
Sabemos que, cuando se abra la negociación, nos enfrentaremos a una dura batalla. Pero les quiero dejar claro que volveremos a defender los intereses de los ciudadanos y ciudadanas de estas islas. Como lo hemos hecho siempre. Se han acabado los tiempos de agachar la cabeza. Estamos aquí para transformar los problemas en soluciones.
 
En cambio, hemos conseguido abrir negociaciones en torno a un instrumento capital: el Régimen Especial. La compensación de las desventajas que provoca nuestro hecho insular no la prevé el Estado en la medida adecuada. A pesar de su obligación constitucional, España no ha conseguido garantizar, después de 35 años de autonomía, que la ciudadanía de las Illes Balears disponga de los mismos derechos y oportunidades que el resto.
 
Este Govern ya ha presentado una propuesta de Régimen Especial para compensar las dificultades que impone a nuestras vidas el hecho insular. Un régimen que ayude a nuestras empresas a ser más competitivas y nuestros ciudadanos a poder moverse en condiciones de comodidad, rapidez, modernidad y justicia económica.
 
Queremos que nuestros estudiantes tengan las mismas facilidades para desarrollarse que los alumnos de otros territorios. Queremos que nuestras industrias puedan competir y exportar en condiciones de igualdad. Queremos que los productos que llegan a las islas cuesten lo mismo que en la península y en el otro archipiélago, donde sí que se reducen los costes de transporte y los impuestos sobre el consumo.
 
En las Illes Balears cumplimos. Y lo repito: es hora de que cumplan con nosotros.
 
Sabemos que, en esta reivindicación, no estamos solos. Ahora mismo, la necesidad de un nuevo Régimen Especial es una exigencia unánime de nuestra sociedad. De toda nuestra sociedad. Por eso, en esta negociación, nuestra reivindicación tiene más fuerza que nunca.
 
Lo hacemos junto con toda la sociedad civil, a través de la plataforma que lidera el Círculo de Economía. A su presidente, Andreu Rotger, le quiero agradecer una vez más la labor que hacen. De la misma manera que quiero reconocer el papel que, hasta ahora, tiene el principal partido de la oposición, asumiendo que esta es una cuestión de Estado.
 
Cerrando filas, uniendo a todos los partidos de esta cámara, los sindicatos, las patronales y otras entidades y asociaciones... somos más fuertes.
 
Porque así es como se hacen las cosas ahora en nuestra comunidad: escuchando y decidiendo juntos. Sin anteponer las banderas partidistas. Este Govern es el Govern de todo el mundo. Tenemos claro cómo queremos que sea esta tierra y qué se merece. Pero también sabemos que debemos hacerlo entre todos.
 
Este Govern seguirá trabajando. Porque el futuro se construye hoy. Y los problemas no pueden esperar a mañana.
 
Gobernar, señoras y señores, significa tomar decisiones, intervenir, acompañar, propiciar... actuar para cambiar todo aquello que no nos gusta. Gobernar es, al menos en nuestro caso, trabajar para mejorar nuestra sociedad.
 
Construimos entre todos una educación mejor, una sanidad a la altura de lo que merecen nuestros ciudadanos y  ciudadanas y unos servicios sociales que se adelantan al futuro.
 
Avanzamos en la consolidación de derechos que nos hacen mejores como pueblo.
 
Y trabajamos para hacer que los avances alcanzados no tengan marcha atrás.
 
Favorecemos un crecimiento económico más sólido, más repartido. Un crecimiento más social, que reduce el paro, mejora la calidad del empleo y sube los sueldos de nuestros trabajadores y trabajadoras.
 
Propiciamos un turismo más equilibrado, motor de un cambio que nos tiene que llevar hacia una economía más diversa y más moderna.
 
Protegemos nuestro medio ambiente, acompañamos a nuestra agricultura, potenciamos nuestra industria.
 
Situamos nuestra lengua donde merece estar, promocionamos nuestra cultura, recuperamos nuestro patrimonio, reparamos nuestra memoria.
 
Garantizamos una mejor democracia, más participativa y transparente, más viva.
 
Y no nos da miedo afrontar los retos que tenemos: como el de la vivienda o como el de la falta de infraestructuras.
 
Defendemos los intereses de nuestra gente ante quien sea. Escuchamos y decidimos juntos porque nuestra fuerza es el diálogo.
 
Un diálogo que nos hace fuertes y que nos une en el objetivo común de trabajar para mejorar la vida de la gente de estas islas.
 
Diálogo con los ciudadanos y las ciudadanas, con los que les representan y agrupan para volver a abrir las puertas de la política a todas las personas y hacerles partícipes de las decisiones colectivas.
 
Diálogo entre ideologías y principios, entre ilusiones y retos, entre utopías y realidades.
 
Diálogo vocacional, como el que impulsa un proyecto que evoluciona, mejora y crece con la aportación de todos. De todos. También de los que, en su día, utilizaron la mayoría absoluta para arrinconarlo.
 
Diputadas y diputados,
 
Tenemos un proyecto. Un proyecto compartido, de futuro, para nuestro pequeño país. Un proyecto que soñamos juntos miles y miles de ciudadanos y ciudadanas y que día a día hacemos realidad. Un proyecto que ya está haciendo de estas islas una tierra más prospera, más digna, una tierra mejor para vivir. Este es el proyecto.
 
Muchas gracias.